Entre vanidad y versos


En algún rincón del universo, otros escritores estaban consiguiendo lo que él deseaba: admiración y éxito. Palabra tras palabra, construía su pequeño mundo literario. Cada historia era un pedazo de sí mismo que dejaba en el papel, con la esperanza de que alguien lo encontrara. Su ego reprimido lo empujaba a la aprobación ajena. Se decía que no escribía por reconocimiento, sino por amor a las palabras. Pero no podía evitar la necesidad de ser leído, de que su voz resonara más allá de las cuatro paredes de su cuarto diminuto. Sabía que, si lo admitía, traicionaría la esencia pura de su pasión. 


0 Comentarios