Mi último viaje



Estaba justo enfrente del nuevo convoy y le pasaba el testigo. ¡Era mi despedida! Yo era mucho más que una mole chirriante y oxidada. Todo un clásico que debutó en el suburbano de Madrid. A elegancia no me ganaba aquel coche con tracción estadounidense ¡Mis vagones procedían de París! La caja metálica roja exhibía orgullosa el solemne escudo real y, aunque no superaba los 50 km/hora, me desplazaba perfectamente por las entrañas de la ciudad. Aún recuerdo los vítores cuando el monarca llegó puntual para realizar el primer viaje bajo tierra. ¡Hoy te cuento mi historia con letras entusiastas!



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