Cada atardecer, el sol se detiene en el momento exacto para alcanzar el horizonte, quien coquetea ante el nuevo lienzo de colores. Las humildes casas enfiladas se crecen ante la cálida luz para asombro de los niños que interrumpen el juego, y los ancianos que paran la conversación. Los ángeles entonan una sinfonÃa celestial acompañada de destellos dorados, naranjas y púrpuras que enmudecen las campanas de la iglesia.
Seleccionado en el VII Concurso Literario de microrrelatos "Microatardeceres" de DIVERSIDAD LITERARIA, el 30 de agosto de 2024
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